Polonia 2025: recorrer 6.000 kilómetros y lograr el MER

En coche y sin parar, hay aproximadamente 28 horas de camino desde Madrid a Polonia. Cuando tu vida es la hípica, la seguridad y bienestar de los caballos es lo más importante. Toca parar a su debido tiempo, realizar los cuidados permanentes, y brindarles todas las facilidades posibles. Así, Mateo Esser y su equipo se dirigieron de la capital española a las tierras polacas el pasado 30 de abril, en un viaje que les separaría de Finca Epona durante casi tres semanas, con el objetivo de disputar la prueba de concurso completo 4* corto de Sopot, Polonia. Y ahí estaba Paco. 

“Hicimos una parada en la hípica de Thomas Clanget, un amigo de hace ya varios años con el que siempre es un gusto reencontrarse y ponerse al día.” cuenta Mateo. “Fueron cuatro días de viaje hasta llegar al hogar de Paco, el criadero donde nació. Llegamos al mediodía para que el caballo pudiese descansar bien", nos relata: "Vimos a los potros saltar en libertad... Impresiona la verdad. El trabajo de Marek Pietka siempre es un lujo, su profesionalidad es total". 

Seis paradas para llegar al destino

"Ya el domingo tres, pusimos rumbo a la finca de Pawel Spisak. Me dio las últimas indicaciones para corregir algún detalle del salto y la doma. Tocaba Sopot y el cuatro estrellas corto. Fuimos hasta Polonia porque quería entrenar con Spisak. Me habían dicho que esta prueba para Paco iba a ser buena... ¡Y vaya que sí lo fue!", confiesa el jinete con una sonrisa de oreja a oreja. 

"Empezamos la Doma con un 37,2. Es la segunda reprise a este nivel y, pese a que tenemos que mejorar, tuvimos un gran inicio. Llegó el turno del salto. "Tiramos un palo, una pena, porque Paco saltó espectacular. Fue brillante... pero todos los que habíamos ido al cuatro estrellas corto temíamos la última prueba: el cross", reflexiona Mateo. 

Un cross exigente... para que Paco volase

"El día anterior, en la prueba de cuatro largo, uff, vimos saltos y combinaciones complejas y que iban a dar problemas. Hicimos un trabajo de análisis exhaustivo para solucionar cualquier inconveniente", relata Mateo, que todavía recuerda los largos paseos por la tierra polaca, recontando los trancos, dándole vueltas a esa esquina o visualizando cuando era mejor apretar al caballo. 

"¿Qué deciros de esta prueba? Paquito estuvo, sencillamente, perfecto. Me estuvo escuchando todo el tiempo, conectamos como nunca y encima con un ritmo altísimo. Nos vamos a casa con la clasificación. Superorgulloso y contentísimo. Es un gran resultado, quedamos séptimos en el global". 

Fueron días largos, casi tres semanas de viaje que valieron la pena. "Dar las gracias a Marek y Pawel, me ayudaron un montón. Su apoyo fue emotivo, poder estar con gente que ha cuidado de Paco desde pequeño es, simplemente, increíble. Todo esto no habría sido posible sin mi equipo en casa que trabaja para que la hípica siga funcionando aunque esté a distancia", insiste. Mateo viajó junto a su padre, Philippe, y solo con Paco, pero se volvieron con otro caballo más. Su estancia en Polonia le permitió facilitar la venta de un portentoso animal en el criadero de Marek y, de paso, traérselo a su nuevo propietario en España. Un viaje para recordar.

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